La sensualidad de la música Folklórica
Sonidos altiplanitos que emergen de lo más profundo de la pachamama, simulando una ceremonia con la naturaleza, ceremonia que se conjuga
con el sentimiento de los ejecutores de aquellos instrumentos
martes, 11 de mayo de 2004 - 567 vistas
Sonidos altiplanitos que emergen de lo más profundo de la pachamama, simulando una ceremonia con la naturaleza, ceremonia que se conjuga
con el sentimiento de los ejecutores de aquellos instrumentos que tiene sus raíces en un pasado conjugado con el presente para ser parte en el futuro de la riqueza de nuestro país latinoamericanista y parte de un Imperio, que vive latente en el corazón del hombre andino.
La particular visión del hombre andino permite que hoy en día podamos disfrutar de las suaves, delicadas y místicas melodías que nos
transportan hasta el Machupicchu, o quizás aquí cerca, un singular bosque de piedras , Marcahuasi, conciso como su historia , es toda aquella energía la cual, el artista , va tomando en sus composiciones y las plasma en notas, en canciones, que exteriorizan el mundo subjetivo de cada ser, con una marco histórico, va dibujando y plasmando su visión cosmogónica.
Es así como la sensualidad de la danza del velo, en la India; la fuerza del flamenco, en España; la cadencia de la saya de los negros; la algarabía de nuestro huaylas característico en las principales festividades de nuestro país: la música como parte del folklore, es un arte que va de la mano con los estados de ánimos de las comunidades, con los instrumentos que estremecen a los desgarrados corazones que elevan una canto a la musa inspiradora de sus sueños.
En Latinoamérica, la vértebra dorsal de los andes que permite la
conexión directa con los países de Venezuela, Bolivia, Argentina, Chile y Perú, que a través de milenios, va irrigando en sus serpenteantes carreteras unidas por la historia , La Cordillera de los Andes, la cual nos ha dejado como herencia , la perpetuidad del canto unísono de sus representantes, canto que nos transporta a aquellas épocas, en donde se reverenciaba a los dioses, a los apus y elevar una plegaria era una actividad común de sus habitantes.
Hoy son tantas las propuestas, y variados los sonidos que solamente tenemos que abandonarnos a la deliciosa experiencia de enriquecernos , de alimentarnos con el sonido de las quenas, la delicadeza de los pututos, la wanqara, la fuerza de los bombos, la trascendentalidad de las cuerdas del arpa, de la guitarra, del ronroco; las variedades son infinitas, los géneros amplísimos, los cantores siguen brotando para deleitarnos con el idioma universal de la música, del arte del amor.
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