Los vecinos no dejaremos que muera la plaza de armas de Yungay
En San Juan de Lurigancho se levanta réplica de área sepultada.
jueves, 1 de junio de 2006 - 2516 vistas
En San Juan de Lurigancho se levanta réplica de área sepultada. El 31 de mayo de 1970 un violento terremoto y aluvión enlutaron al país.
A su alrededor hay ese aire a pueblo chico propio de las plazas principales de las comunidades del interior de país, pero a diferencia de aquellas, Plaza Yungay no se halla en una remota localidad de la sierra peruana, sino que está aquí, a media hora del centro de Lima, a la altura de paradero cuatro de la avenida Las Flores, en San Juan de Lurigancho.
Y más que una plaza de armas es un parque y no uno cualquiera. En el corazón de la urbanización San Silvestre hay una réplica de la plaza de armas de la ciudad de Yungay que fuera sepultada un día como hoy, el 31 de mayo de 1970, por un aluvión. Unos minutos antes, un terremoto de 7,8 grados Ritcher había asolado el Callejón de Huaylas.
Como aquella plaza, de la que solo quedaron en pie tres palmeras, el parque de la urbanización San Silvestre tiene rosas de diferentes colores, granadas, 29 palmeras y, en el centro, una fuente de agua, además de una gruta.
"Desde aquí se ve muy bien", dice cargada de orgullo doña Ofelia Salgado Mejía. Con 82 años recién cumplidos, ella no duda en subir las escaleras de los tres pisos de su casa para mirar, desde la azotea, el motivo de sus preocupaciones de las últimas tres décadas. La perspectiva le recuerda la visión de la plaza de armas desde la granja en que vivía con sus hijos, en la zona alta de la ciudad de Yungay. "Allí perdí una hija", dice con firmeza y con los ojos enrojecidos. "Ella es el motor que mueve todo esto", asegura don Ricardo Losza Méndez, otro vecino yungaíno de San Silvestre.
SIETE AÑOS DE ESPERA
Cuentan que fue la profesora Graciela Ángeles, también sobreviviente, quien hizo posible la habilitación de la urbanización San Silvestre en Lima. Ella presidía la Asociación Pro Damnificados de Yungay cuando logró que el Arzobispado de Lima donara un terreno en San Juan de Lurigancho para construir viviendas en favor de los sobrevivientes del aluvión. Pero la obra recién empezó siete años después de la tragedia de Yungay.
"Lo primero que hicimos fue un campeonato de fútbol para hermanar a los hijos de Yungay. El primer día fue realmente emocionante: al encontrarse, la gente no paraba de llorar y de abrazarse. Muchos recién podían confirmar que tal o cual amigo o familiar no había muerto, que estaba vivo", recuerda don Ricardo (el campeonato de fútbol sigue realizándose cada verano pero ahora en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe).
LOS TIEMPOS CAMBIAN
Pero los tiempos cambian. "De las familias que quedan, nadie quiere tomar la posta", reconoce Ricardo Losza, quien se salvó del aluvión al salir un día antes de Yungay, el 30 de mayo, rumbo a Lima, para seguir sus estudios universitarios. Tenía 18 años.
"Perdimos casi a toda la familia y empezamos de cero porque nadie nos ayudó", subraya él, que ha dejado su oficina para coordinar con personal de la Municipalidad de San Juan de Lurigancho los detalles de la ceremonia que hoy se realizará en plaza Yungay, en homenaje a las víctimas del 31 de mayo de 1970.
Pero no todos los vecinos de San Silvestre --hay 39 familias de sobrevivientes del aluvión-- tienen la misma iniciativa. Tampoco todos contribuyen con el mantenimiento del parque, que en un 70% es financiado por los residentes (el 30% restante lo asume el municipio).
Y si bien hace 15 años que el parque no tiene bancas para evitar que los vagabundos y drogadictos se apoderen de ellas, ahora es punto de encuentro de conductores que se estacionan en su perímetro para consumir licor y escuchar música a todo volumen. Pero lo que más preocupa a quienes quieren el parque, como doña Ofelia y don Ricardo, es el riesgo de que se quede sin agua. "Se perdió 80 plantas de rosas. Si algo queremos es que no corten el agua. Aquí cuidamos que se riegue solo lo necesario", dice Ofelia Salgado mientras mira por la ventana uno de los 450 parques mejor cuidados de San Juan de Lurigancho.
Y aunque siguen esperando la visita del alcalde para izar la bandera los días domingos, doña Ofelia y don Ricardo están seguros de algo: el parque Plaza Yungay no desaparecerá.
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